viernes, 25 de noviembre de 2016

ARTICULO APORTES DE LA ECOPSICOLOGÍA PARA EL DESARROLLO SOSTENIBLE.

APORTES DE LA ECOPSICOLOGÍA  PARA EL DESARROLLO SOSTENIBLE.
Trayectorias Posibles de un Paradigma Integrador de la Relación del Ser Humano con el medio ambiente.

Dr. Claudio Antonio Pereira Salazar.

Capítulo 2, pag 49 – 88. Libro Enfoques Psicosociales Emergentes. Abriendo Rutas desde lo local. Ediciones Universidad del Bío-Bío. 2015. Concepción, Chile.
Autores: Soledad Martínez Labrín, Damaris Opazo, Carlos Ossa, Claudia Pereira, Claudia Vásquez.



Es evidente, incluso hasta para las miradas más ingenuas, que la sociedad actual está inmersa en un frágil orden social, en donde  el estado de crisis sistémica se expresa en diferentes  ámbitos de nuestra experiencia.  Los medios de comunicación refuerzan día a día una percepción generalizada  de que las cosas no marchan bien en el mundo, conflictos bélicos basados en dogmas obsoletos, ambiciones de poder, explotación irracional de los recursos naturales, la extinción a gran escala de especies animales y plantas, el deterioro medioambiental, el calentamiento global,  sistemas productivos alienantes, desigualdad en la distribución de los recursos, discriminación y exclusión de minorías sociales, la creciente pobreza, crisis en la educación, la salud, los alimentos, la vida familiar, por nombrar solo algunos.
Frente a estos problemas, Fritjof Capra en su obra “la trama de la vida” (Capra, 1996), nos plantea, que en última instancia, estamos frente a una crisis de la percepción, se derivan del hecho de que la mayoría de los seres humanos y nuestras instituciones sociales suscriben una percepción  inadecuada del mundo.  El reconocimiento de la necesidad de un profundo cambio de percepción y pensamiento capaz de garantizar nuestra supervivencia, no ha alcanzado todavía a los responsables de las corporaciones ni a los administradores y profesores de nuestras grandes universidades.
Los ciudadanos han perdido la confianza en sus gobernantes, el sistema económico global tiene a grandes grupos  humanos sometidos a un sistema económico basado en el endeudamiento  y la generación de necesidades de consumo cada vez más alejadas del contacto orgánico con la naturaleza. Los movimientos sociales proclaman en un grito planetario que otro mundo es posible, una nueva cultura de movilización global (Calle, 2003) se expresa por todo el planeta reivindicando el derecho a la humanidad, a la justicia social, a la verdad, al respeto, al amor, a la sostenibilidad, a una calidad de vida digna para toda la humanidad.  La ciudadanía parece despertar de un largo letargo producto del adoctrinamiento que durante siglos se ha instalado en las visiones de gobierno de las clases dominantes. Hoy día los indignados se movilizan, reclaman y se expresan en las calles y las redes  sociales, y su acción colectiva no solo se centra en la protesta, sino que también surgen nuevas configuraciones de movilización que promueven el cambio social en base   a la acción social transformadora, desde un compromiso con la vida, con la naturaleza, con la espiritualidad ( Pereira, 2011).
Estamos frente a la emergencia de una nueva cultura de movilización en la que a las personas  ya no les interesa ir en contra del sistema, ahora es el tiempo de una transición conciente hacia un nuevo paradigma, desde el cual se promueve  la generación de prácticas e iniciativas que construyen nuevos modelos de realidades en el ámbito personal, cultural, social, medio ambiental y organizacional. Se comparten sentidos y se construyen identidades en torno a una resignificación del ser humano en relación a la naturaleza y su devenir histórico.  Se está gestando una conciencia colectiva que va más allá de los agotados modelos ideológicos, religiosos y políticos basados en el deseo de instalar visiones de mundo impuestas por minorías asentadas en el poder y la ambición.
En la actualidad se multiplican los movimientos ciudadanos basado en la permacultura, el bioregionalismo, el movimiento de transición, el movimiento global de ecoaldeas, el repoblamiento, el decrecimiento, entre otros, que comparten marcos culturales basados en la necesidad de reivindicar  un desarrollo sostenible desde  el aprendizaje en acción, la investigación práctica y la promoción de diseños, relaciones sociales y tecnologías para un mundo sostenible y el rediseño ecosocial.
Por su parte, en la frenética  vida de aquellos sujetos inmersos en una sociedad de consumo en crisis,  marcada por la soledad, la depresión y el aislamiento, la enfermedad y el desequilibrio se hace presente. Y la búsqueda del sentido de la vida y de la sanación emerge por todos los rincones del planeta, y en respuesta a esto un abanico de alternativas,  disciplinas y prácticas espirituales provenientes tanto del oriente como de tradiciones ancestrales indígenas. En el concierto de ofertas y prácticas de crecimiento personal es posible observar cómo han ido aumentando los espacios de encuentro en los que se comparten ceremonias, y prácticas espirituales que responden al deseo de una reconexión con el mundo natural y espiritual como una añoranza a un pasado con sentido espiritual  y conexión profunda con la naturaleza y el universo.

La Emergencia de un nuevo paradigma cultural.
Generalizando la definición de Kuhn de paradigma científico (Kuhn, 1969),  Fritjof Capra propone la definición de paradigma social, entendiendo este como «una constelación de conceptos, valores, percepciones y prácticas compartidos por una comunidad, que conforman una particular visión de la realidad que, a su vez, es la base del modo en que dicha comunidad se organiza» (Capra, 1998).
Siguiendo esta definición, es posible identificar una serie de presunciones,  ideas, premisas, sentidos y valores que son sostenidos por los líderes e instituciones  de la cultura materialista occidental, entre los que podemos encontrar la visión del universo como un sistema mecánico constituido por piezas, el cual se puede conocer fragmentándolo en partes, la del cuerpo humano como una máquina, la vida en sociedad como una lucha competitiva por la existencia, la creencia en el progreso material ilimitado a través del crecimiento económico y tecnológico, la convicción de que una sociedad en la que la mujer está por doquier sometida al hombre, la dominación de la naturaleza de parte del hombre, quien se sitúa en una posición de  control del medio ambiente natural. Y en este marco una visión antropocéntrica de la ecología, en la cual el ser humano le otorga un valor instrumental y de uso  a la naturaleza, separando al ser humano y situándolo por sobre ésta. 
Un nuevo paradigma social y cultural emerge tanto en el seno de diferentes movimientos sociales antisistémicos, como en corrientes  espirituales  tradicionales que reivindican la integración e interconexión  del ser humano con el universo natural.  Comparten marcos culturales que se alinean con la visión del movimiento de base conocido como Ecología Profunda, fundada  por el filósofo noruego Arne Naess a principios de los setenta, ésta no separa a los humanos  del entorno natural, ve el mundo no como una colección de objetos aislados, sino como una red de fenómenos fundamentalmente interconectados e Interdependientes. El paradigma ecológico  reconoce el valor intrínseco de todos los seres vivos y ve a los humanos como una mera hebra de la trama de la vida.  Desde esta corriente de pensamiento se plantean profundas cuestiones sobre los propios fundamentos de nuestra moderna, científica, industrial, desarrollista y materialista visión del mundo y manera de vivir. Es un llamado a cuestionar el paradigma civilizatorio completo, desde una perspectiva ecológica, con importantes consecuencias en  nuestras relaciones con los demás, con las generaciones venideras y con la trama de la vida de la que formamos parte.
Este nuevo paradigma cultural cobra cada vez más relevancia en las formas en que los seres humanos incorporan la conciencia ecológica en su percepción de la realidad, siendo compartido y co-construido  por científicos,  intelectuales, activistas, terapeutas,  movimientos espirituales y guardianes de sabidurías ancestrales de los pueblos originarios. Perfilándose como un marco paradigmático que orienta la emergencia de propuesta de desarrollo humano, desde una ética de la sostenibilidad y la espiritualidad, con alcances en diferentes esferas de la vida personal y social. Es en este contexto, como  se fue configurando el enfoque de la Ecopsicología, en tanto a una respuesta paradigmática del saber y práctica psicológica, proyectándose desde el pensamiento sistémico y  complejo como una psicología ecológica o también llamada ecología psicológica.       

La Génesis de la Ecopsicología
El interés en establecer un diálogo entre la Psicología y la Ecología en América, nos conduce a identificar la existencia de dos grupos  de investigación que discuten esta relación. El primero es liderado por Roger Garlock Barker y el segundo  por Theodore Roszak (Volpi, 2007).
La escuela de Barker inicialmente utilizaba el término “Ecología del comportamiento”, que luego pasó a ser referida como Psicología Ecológica (en la publicación que Barker realizó en el año 1968, titulada “Ecological Psychology”). La Psicología Ecológica fue definida como “el estudio de la experiencia y el comportamiento humano en sus contextos físico, político y espiritual de forma de construir un mundo sustentable” (Winter, 1995, p. 283).  Siguiendo a Winter (1995), la psicología ecológica de Barker deriva de la teoría topológica del psicólogo social  Kurt Lewin, y tiene como objetivo principal estudiar cómo desarrollar una cultura sustentable que sea capaz de propiciar cambios cruciales en nuestros comportamientos, sentimientos y valores (Winter, 1995, p. 271).
Se puede decir  que los intereses de Lewin por el estudio de las influencias del medio ambiente en el comportamiento humano,  fueron los primeros intentos de una propuesta de una ecología psicológica. Su primer gran trabajo en este campo estaba direccionado a los problemas sociales prácticos, relacionados al contexto de postguerra de la segunda guerra mundial, en torno al problema de los hábitos alimenticios y las resistencias al cambio de dichos hábitos. En su investigación Lewin desarrolló un cuadro de análisis psicológico para confrontar otras variables tales como, sociológicas, políticas, económicas y ambientales.  
A la muerte de Lewin, su discípulo Barker, junto con otros colegas, siguieron esa misma línea de investigación, fundando el centro de investigación Midwest Psychological Research Station, en la ciudad de Oskaloosa, en el  estado de Kansas, Estados Unidos. Uno de los primeros grandes trabajos de investigación del grupo fue estudiar la vida diaria de cerca de 100 niños en sus condiciones naturales. Los resultados de los trabajos de este grupo de investigación los llevó a proponer una nueva disciplina que llamaron “ecología del comportamiento”, por estar basada en el conductismo, que ve al medio ambiente como un conjunto de objetos y acontecimientos que condicionan el comportamiento según su propio sistema de patrones dinámicos. Este abordaje movilizó el interés de muchos psicólogos para el estudio la conducta humana en su contexto natural, teniendo como premisa básica el “Setting conductual”  o escenario donde ocurre el comportamiento. La propuesta consistía en investigar mediante la observación y registro de los diferentes patrones de respuestas que un sujeto ejecuta en un ambiente específico. En este sentido, la escuela de Barker llamada “Psicología Ecológica” corresponde a lo que la esfera Anglo-Sajona llama “Psicología Ambiental” (Carneiro, 1997).
Desde otro punto de vista, el término Ecopsicología fue usado por primera vez por Theodore Roszak en su libro titulado “La Voz de la Tierra: una exploración de la Ecopsicología”, publicado en 1992. A diferencia de la escuela de Barker que enfatiza en una psicología social asociada al conductismo, la escuela de Roszak es más ecléctica y fundamenta sus discusiones en Freud, Jung, Reich y otros psicólogos.
Un grupo de académicos de Berkeley – Elan Shapiro, Alan Kanner, Mary Gomes y Robert Greenway – crearon un grupo de estudio para discutir sobre la contribución que la psicología podía dar a una gestión diferente de la contemporánea crisis ecológica. Entonces, también se unió a este movimiento Theodore Roszak, historiador cultural y profesor universitario de la Universidad Estatal de California Hayward. En 1993 se celebra la primera conferencia de Ecopsicología en el Instituto Esalen, a partir de esta experiencia se abrió el campo de estudio y se le dio importancia a su desarrollo en Estados Unidos,  y en 1994, nace el Ecopsychology Institute en la California State University.
De acuerdo a los planteamientos de Roszak (2001), la Ecopsicología debe incidir principalmente sobre la educación de los niños, despertando el sentido inherente de una reciprocidad ambiental que reside en el inconsciente ecológico, en este sentido, el objetivo de la ecopsicología sería crear un nuevo dominio de estudio, donde las personas puedan vivir en plena libertad para descubrir por ellas mismas las múltiples maneras de establecer sus vínculos con la naturaleza.
Siguiendo a Roszak (2001), la Ecopsicología debe mucho a Arne Naess, quién sentó las bases de la Ecología Profunda que estudia las influencias entre la naturaleza y el equilibrio psicológico. Revalida el papel de los seres humanos en el mundo natural, propone que toda vida en la tierra posee un valor intrínseco, que  la riqueza y la diversidad de la vida debe ser privilegiada en equilibrio con las necesidades de satisfacer las necesidades fundamentales. En 1996, Fritjof Capra cita a Roszak en su libro “La Red de la Vida“, traducido a varios idiomas, favoreciendo la difusión internacional.
Mark Schroll (2007) plantea que el origen de la ecopsicología se remonta a trabajos, que si bien no utilizaban este concepto, ya estaban perfilando este campo de estudio,  identifica que uno de los muchos caminos de origen de la Ecopsicología fue el desarrollado por Robert Greenway, quien mientras trabajaba con Abraham Maslow, acuñó el término psicoecología en 1963 en un ensayo que escribió en Brandeis University, Boston. Ese mismo año, se convirtió en el fundador  y decano del Colegio Franconia de Greenway,  en las montañas de New Hampshire y continuó explorando las relaciones entre la psicología humanista y la naturaleza, que más tarde se transformó en la psicología transpersonal  y psicoecología.
Greenway dictó cursos de enseñanza en el campo la psicoecología, en el programa de la entonces naciente “psicología transpersonal” en la Universidad del estado de Sonoma en 1968. Veinte años pasarían antes de que la investigación Greenway llamase  la atención nacional a través de los esfuerzos de Elan Shapiro, uno de los estudiantes de postgrado de Geenway. En 1989, Shapiro formó un grupo de discusión sobre este campo de estudio que se reunía cada dos semanas en Berkeley. Además de Shapiro, entre los primeros miembros de este grupo se encontraban María Gomes, Kanner Alan Segal Fran, y otros. Greenway fue invitado a participar en estas discusiones.
La reputación de este grupo finalmente atrajo la atención de Theodore Roszak en 1990, quien asistió a algunos encuentros. Esto inspiró a  Roszak para escribir un ensayo sobre ecopsicología, forma que tenía el autor para  jugar con las palabras y la idea de Greenway sobre psicoecología.
Es Roszak quien ofrece una definición amplia de la ecopsicología, y en su análisis podemos encontrar:
1) La síntesis emergente de la ecología y la psicología.
2) La aplicación hábil de ideas ecológicas para la práctica de la psicoterapia.
3) El descubrimiento de nuestro vínculo emocional con el planeta
4) La Psicología como si toda la tierra Importara

A pesar de la amplia definición de ecopsicología que propone Roszak, el nombre ecopsicología no logra transmitir toda la gama de preocupaciones multidisciplinarias que se derivan de esta, como es el caso de las contribuciones de la ciencia indígena.
La afiliación histórica de la eco-psicología norteamericana fue unirse, casi inmediatamente, a otra banda de rebeldes: la psicología transcendental y humanista. Esta asociación, desde un principio, comenzó a indagar sobre las relaciones entre el ser humano, la naturaleza y la espiritualidad. En términos de revolución no fue un gran paso, puesto que estos eventos coincidieron con la ascendencia de la ecología y del medio ambientalismo como ciencias necesarias en el contexto de un planeta en crisis.
Actualmente la Ecopsicología está situada en la escena internacional como un movimiento al que se adhieren psicoterapeutas, psicólogos y educadores sensibles con la temática. En los EEUU se ha extendido desde California hasta Canadá. En Europa, se lucha por su reconocimiento y difusión (Inglaterra, Alemania, Finlandia, Italia, España…) y en América del Sur hay centros en Uruguay, Argentina, México, Costa Rica, Brasil y Chile. También se conoce en algunos puntos de Australia. El movimiento de Ecopsicología aún se encuentra en fase  de definirse como una disciplina establecida, recién se están generando  organizaciones  nacionales e internacionales. Por ello, existen perspectivas y enfoques tan diversos para su estudio.

Los 8 principios de la Ecopsicología
En La Voz de la Tierra: Una exploración de Ecopsicología, Theodore Roszak (2001) formula algunos principios generales que podrían orientar tanto a los ambientalistas y los terapeutas en su proyecto común de definición de una relación sana con el mundo que nos rodea:
1) El centro de la mente humana es el inconsciente ecológico. Para la Ecopsicología, la represión del inconsciente ecológico es la raíz más profunda de la locura  de la sociedad industrial. El libre acceso al inconsciente ecológico es el camino a la cordura.
2) El contenido del inconsciente ecológico representa hasta cierto punto, y en un cierto nivel de conciencia, el registro vivo de la evolución cósmica, que se remonta a las difíciles condiciones iniciales en la historia del tiempo. Los estudios contemporáneos sobre la compleja ordenación de la naturaleza nos dicen que la vida y la mente emergen de esta historia evolutiva que culmina como un sistema dentro de la secuencia natural en el que florecieron los sistemas físicos, biológicos, mentales y culturales que llamamos "el universo".
3) Al igual que el objetivo del tratamiento es restaurar el contenido anterior del inconsciente reprimido, el objetivo de la Ecopsicología es despertar el sentido inherente de reciprocidad medioambiental que está durmiendo en el  inconsciente ecológico. Otras terapias intentan curar la alienación entre las personas, persona y familia, persona y sociedad. La Ecopsicología busca curar la alienación más fundamental entre el hombre y la naturaleza.
4) Para la Ecopsicología, así como otras terapias, la etapa crucial del desarrollo de la vida es la infancia. El inconsciente ecológico es regenerado como un regalo en el sentido de encantamiento con el mundo de todos los niños. Se nutre de muchas fuentes, incluyendo las técnicas tradicionales de curación centradas en las personas, la naturaleza mística expresada en la religión y el arte, la experiencia de inmersión en la naturaleza y las ideas de la ecología profunda. Se adaptan estas fuentes con el objetivo de crear el ego ecológico.
5) El ego ecológico madura hacia un sentido de  responsabilidad ética hacia el planeta, tan vívidamente experimentado como es nuestro sentido de responsabilidad hacia los demás. Su objetivo es tejer esa responsabilidad dentro e la red de relaciones, de la sociedad y las decisiones políticas.
6) Entre los proyectos terapéuticos más importantes para Ecopsicología es la revalorización de ciertos rasgos de carácter que impregnan las estructuras masculinas  del poder político, orientado hacia la dominación de la naturaleza, como si se tratara de algo extraño a nosotros y sin derechos. En este sentido, la Ecopsicología se basa  en algunos de los puntos de vista del ecofeminismo y Espiritualidad Feminista, cuya  visión es desmitificar los estereotipos sexuales.
7) Lo que contribuye a la pequeña escala de las formas sociales y personales nutre la potenciación del yo ecológico. Lo que busca la dominación a gran escala y la supresión de la personalidad socava el ego ecológico. La Ecopsicología, por lo tanto, duda profundamente de la cordura esencial de nuestra colosal cultura urbano-industrial, ya sea capitalista o colectivista en su organización. Sin embargo, lo hace sin rechazar, necesariamente, el genio tecnológico de nuestra especie o alguna otra medida que mejore la vida.
8) La Ecopsicología sostiene que hay una interacción sinérgica entre el planeta y el bienestar personal. El término "sinergia" es elegido deliberadamente por su connotación teológica tradicional, que una vez enseñó que lo humano y lo divino están ligados cooperativamente en la búsqueda de la salvación. La traducción contemporánea del término ecológico podría ser: “las necesidades del planeta son las necesidades de la persona, los derechos de la persona son los derechos del planeta”.

Psicología Ambiental Comunitaria y Desarrollo Sostenible
El interés de la Psicología Ambiental por el Desarrollo Sostenible se basa en el convencimiento de que la responsabilidad individual y colectiva en el desarrollo de acciones que atentan contra la sostenibilidad del planeta y que es posible aminorar, e incluso revertir esta tendencia. La fe en esta posibilidad de cambio radica en suponer que si la información, las creencias y las actitudes han contribuido a construir sistemas sociales basados en la producción y en el deterioro, también pueden fomentar su opuesto, es decir  patrones de vida sostenibles (Howard, 2000). Enfrentar este enorme desafío, que involucra nada menos que transformar la manera cómo pensamos, actuamos y sentimos con relación al ambiente, ha llevado a diversos autores a asumir distintas aproximaciones, destacando diferentes aspectos del problema.
En general, gran parte de las investigaciones han estado orientadas por las perspectivas conductual y cognitiva de la Psicología, enfatizando procesos psicológicos individuales, en tanto que la orientación hacia los problemas, sobre la base de  factores sociales y niveles de análisis grupales. Tanto en el campo de las investigaciones como las intervenciones se han contemplado diversos temas (específicos o generales), contextos (locales y globales), dimensiones (género, comunitaria), variables psicológicas y/o sociales, tales como creencias, actitudes, conductas, estilos de vida, valores y prácticas culturales, de manera separada o conjunta y aunque el foco de acción ha sido el individuo. También han incluido procesos en organizaciones, corporaciones, comunidades y hasta la propia cultura. También se ha pretendido propiciar el intercambio entre sectores (expertos y público), niveles (individual, institucional), disciplinas y ámbitos de acción (local, global) (Wiesenfeld, 2003).
La variedad de aspectos tratados en las investigaciones que la Psicología Ambiental ha desarrollado en torno al Desarrollo Sostenible, y  las discrepancias en sus resultados sugieren la falta de un hilo conductor y  la complejidad del tema. Al respecto, y sin desmerecer los aportes derivados de dichos trabajos, diversos autores han manifestado su preocupación por el bajo impacto que han tenido las actividades realizadas y en general por la poca injerencia de la Psicología Ambiental en la temática ambiental, particularmente en el Desarrollo Sostenible (Winter, 2000).
Wiensenfeld, en su análisis sobre los aportes de la Psicología Ambiental al Desarrollo Sostenible establece que: en  general los resultados de las investigaciones no han trascendido al plano de la aplicación, y en el caso de haberlo hecho no estamos seguros de su efectividad, en virtud de la escasa significación de los mismos. Ahora bien, tanto sus intervenciones como sus investigaciones se han basado en principios cognitivos y conductuales, razón por la cual han sido cuestionadas, además las intervenciones tampoco han incorporado la participación de los usuarios o protagonistas, requisito relevante en cualquier dominio, por lo tanto su sostenibilidad tampoco ha sido evaluada. Las intervenciones tampoco han incorporado la participación de los propios usuarios o protagonistas, proceso cuya relevancia lo ha colocado como requisito en prácticamente cualquier dominio y el impacto de las intervenciones, a mediano o largo plazo, que es un requisito para la sostenibilidad, tampoco ha sido evaluado (Wiesenfeld, 2003).
Las limitaciones señaladas obedecen, en parte, a las propias debilidades del paradigma positivista en Psicología Ambiental, como la aproximación fragmentada antes que holística a los procesos estudiados, la poca consideración a las características del contexto (sociopolítico, cultural, económico), el énfasis en procesos psicológicos individuales en las transacciones ambientales en desmedro de los procesos grupales, etc (Wiesenfeld, 2001). Todo lo cual es contrario al reconocimiento de la complejidad de tales procesos, particularmente el del Desarrollo Sostenible y de la consideración de los mismos como totalidad.
Frente a estas dificultades y limitaciones considero relevante las propuestas que concluye Wiesenfeld (2003) respecto a una Psicología Ambiental   contextualizada, que responda a los planteamientos que dieron origen a la disciplina de contribuir a la comprensión y solución de la temática humano ambiental, considerando ambos elementos del binomio de manera holística, contextualizada e interdisciplinaria. Se trata además de una Psicología Ambiental que reivindica la dimensión social en las transacciones entre las personas con sus entornos, particularmente los comunitarios y sobre todo por que promueve  el papel protagónico de los actores como intérpretes de sus situaciones, necesidades y acciones y como gestores de las transformaciones necesarias para mejorar sus condiciones de vida. Esto es una Psicología Ambiental Comunitaria (Wiesenfeld, 2001) basada teóricamente en el Construccionismo (Sánchez & Wiesenfeld, 2002) y metodológicamente en la Investigación “Acción Participativa”.
Corresponde a un desarrollo sostenible local, contextualizado, con énfasis en sus componentes ambiental, social y en los términos antes propuestos, esto es: con una visión holística del ambiente e inclusiva de sus distintos tipos y manifestaciones, con una visión amplia y compleja de la dimensión social, pero sobre todo, con especial atención a los problemas de la pobreza, incluyendo las perspectivas y aportes de los involucrados (Wiesenfeld, 2003).

La propuesta de la Ecología Social y el Ecodesarrollo
Existe una amplia corriente de pensamiento que desde las ciencias humanas se han enfocado en las interacciones del ser humano con el medio ambiente. Desde la filosofía se destacan las contribuciones de Murray Bookchin, Edgard Morin y Arne Naess.
M. Bookchin (1986,  en Gudynas y Evia, 1993), concibe a la ecología social como una disciplina que permite estudiar los problemas creados por las crisis sociales y ambientales, donde se da igual valor a la crítica, construcción, teoría y práctica. Ese reconocimiento de la naturaleza, exige reconocer en ellas valores, como lo postulan pensadores como A. Naess, en su corriente “Ecología Profunda” (Naess, 1973).   
La Ecología Social es el estudio de los sistemas humanos en interacción con sus sistemas ambientales (Gudynas y Evia, 1993). Esta perspectiva parte del ser humano, y en particular atendiendo a sus peculiaridades colectivas. La delimitación del ambiente se hace desde el sistema humano. La ecología social puede caracterizarse por tres dimensiones:
  1. Es una tarea de investigación científica
  2. Esta tarea incluye en un todo acción y promoción
  3. Tanto la investigación como la práctica se realizan desde una perspectiva ética de respeto a toda la vida.
Estas tres dimensionas se formulan como axiomas centrales de los cuales se derivan una serie de axiomas auxiliares que se refieren a la metodología, la ética y la aplicación del conocimiento.
Axiomas metodológicos
a)    No pueden estudiarse aisladamente los sistemas ambientales de los sistemas humanos, de donde no debería existir una ciencia social distinta de una ciencia ecológica
b)    Consecuentemente, no existe una práctica social que sea diferente de una práctica ambiental. El trabajo ambiental es a la vez un trabajo social.
c)    Se debe recuperar la dinámica de los procesos, lo que exige poner énfasis en las historias tanto de los seres humanos como de los ambientes
d)    En tanto cualquier persona o grupo alcanza interacciones particulares con su ambiente, el estudio de esas relaciones necesariamente debe hacerse con la participación de las personas involucradas.
Axiomas éticos
a)    Se reconocen valores intrínsecos en los demás seres vivos y en lo no-vivo.
b)    Se deben respetar las formas en las que cualquier persona conoce y siente el ambiente con el que interacciona.
c)    Los resultados de la investigación son éticamente neutros, pero no en sus puntos de partida, el proceso de investigación y el uso de esos resultados.
Axiomas sobre la aplicación del conocimiento
a)    La tecnología debe ser a escala humana, promoviendo el desarrollo humano y acorde con la dimensión y objetivo del problema que se enfrenta.
b)    Debe ser además social y ecológicamente sustentable y equitativa, reconociendo valores en el entorno (Gudynas y Evia, 1993).
Debido a que la ecología social se desarrolla en tres dimensiones, investigación, acción-promoción y compromiso ético, se abre el camino para una nueva praxis, que incluye tanto la acción como la reflexión.
Siguiendo estos axiomas de la Ecología Social vamos a entender el ecodesarrollo desde el paradigma del  pensamiento complejo, a partir del cual se concibe una praxis a través de los enfoques metodológicos de la transdisciplinariedad –la fusión de diversas disciplinas, como Psicología, Ecología y Sociología– y la multidimensionalidad. Con ésta última se reconoce que los acercamientos unívocos a la realidad son sólo parciales, y su intencionalidad es superar ese inconveniente. Desde este enfoque se propone la comprensión e interpretación de –entre otras dualidades–, las conformadas por lo objetivo y lo subjetivo, lo macro y lo micro, lo individual y lo colectivo, lo moderno y lo tradicional, el enfoque de géneros, la estructura y la acción, y el (inseparable) vínculo entre sociedad y naturaleza.  
El conjunto de ciencias y disciplinas que se integran en el Ecodesarrollo implican la necesidad de repensar su racionalidad intrínseca y el cambio social, ambiental, político, económico, cultural y las condiciones en que éste se lleva acabo.
El Ecodesarrollo es entonces un enfoque transdisciplinario en sí mismo, representativo de la fusión de los conjuntos integrados de ciencias y disciplinas que conforman esta nueva orientación (Gudynas y Evia, 1993).
Para superar las formaciones técnicas y científicas (uni)disciplinarias y fragmentarias vigentes, parece ineludible apuntar a la adopción y adaptación del concepto de pensamiento complejo, que opera a través de los enfoques de la transdisciplinariedad y de la multidimensionalidad.

Ecopsicología, Interculturalidad y transdisciplinariedad
Sin duda que los cuestionamientos a la crisis del modelo occidental de desarrollo y las consecuencias indeseadas de su aplicación, han influido notablemente en las reflexiones y estudios que se han realizado desde la ciencia occidental moderna, dando origen al surgimiento de nuevos paradigmas y la apertura y flexibilidad para el diálogo intercultural e intercientífico, sobre la base de un profundo cuestionamiento denominado como el neopositivismo, basado fundamentalmente en la objetividad, universalidad y cuantificación - medición y experimentación de todo proceso de investigación.
Es posible reconocer que en  el transcurso de la historia se ha instalado una hegemonía occidental en la concepción del  desarrollo, la educación y la salud. En este sentido, se ha limitado el reconocimiento a las culturas locales y a los pueblos indígenas originarios, privándolos en general de la oportunidad de plantear sus propias concepciones y visiones del mundo, que permitan la recreación y generación permanente de conocimientos desde lo local, fortaleciendo la cultura, saberes, tecnologías, métodos y herramientas. Hoy surge desde los diferentes continentes y regiones del mundo, desde culturas y pueblos antiguos como la mapuche, rapanui,  maya y  andina, la necesidad de revalorizar y recrear su sabiduría en base a un diálogo de saberes, donde la ciencia occidental moderna es parte de este proceso. En este sentido, la Ecopsicología ha incorporado el estudio de las sabidurías y prácticas ancestrales como una vía para la integración y reconexión del Ser Humano con la Naturaleza.
Los aportes de las corrientes que cuestionan el neopositivismo y que nacen a partir de la obra trascendental de Kuhn (1969): "La estructura de las revoluciones "científicas", son fundamentales en este proceso de reflexión y tienen cada vez más "partidarios" en sociedades con una variabilidad cultural y ecosistémica mayor, además se constituyen como la opción "científica" de las comunidades científicas no occidentales y en el marco teórico y metodológico de la investigación participativa y la transdisciplinariedad, constituyéndose como puentes epistemológicos entre los saberes de los pueblos indígenas originarios y el conocimiento científico donde se resalta la fuerte interrelación entre investigación y acción-desarrollo.
El desafío que plantean estas perspectivas consiste en situarnos en la  interrelación entre el conocimiento científico y los saberes locales, a través de la transdisciplinariedad y la investigación participativa, donde la investigación transdisciplinar y la interacción social con comunidades campesinas y municipios se unen en una perspectiva de diálogo intercultural e intercientífico.
La transdisciplinariedad y las investigaciones participativas son dos consecuencias y resultados favorables del siglo y medio de debates epistemológicos y metodológicos de la comunidad científica occidental, que ha empezado a reconocer y a aceptar los aportes de las sabidurías de los pueblos indígenas y de las sociedades no occidentales, especialmente por su relación equilibrada con la naturaleza y su percepción integral de la vida, siendo nexos fundamentales a considerar para la perspectiva de un diálogo intercultural e intercientífico.
Es por ello que desde varios campos de la ciencia, se van dando pasos para sentar las bases de un nuevo paradigma, menos rígido y más respetuoso con la complejidad que se viene detectando en la materia, los seres vivos y la sociedad, en general. En tales circunstancias es preciso realizar trabajos enfocados al análisis y comprensión de las relaciones entre disciplinas/campos y conocimientos, puesto que de esta interdependencia entre las partes surgen, normalmente, nuevas propiedades que antes no poseían esas partes consideradas de manera aislada (Torres, 2000).
La Ecopsicología desde un paradigma basado en el pensamiento complejo incorpora la  transdisciplinariedad, asume trascender la simple interacción o sumatoria de disciplinas, cada una con sus teorías, métodos y metodologías (multidisciplinariedad e interdisciplinariedad). En la transdisciplinariedad desaparecen los límites ante las diversas disciplinas y se constituye un sistema total que sobrepasa el plano de las relaciones e interacciones, dando origen a una macrodisciplina, pero fundamentalmente se abre a otras formas de conocimientos y a otras culturas, como diálogo intercultural e intercientífico, donde se reconoce a cada cultura y cada conocimiento como parte de un todo que interactúa entre sí (Delgado, 2004).
Desde esta perspectiva la construcción de modelos de desarrollo humano sostenible, deberían  considerar  el conocimiento científico occidental moderno, pero con el pleno reconocimiento de la sabiduría de nuestros pueblos indígenas originarios, en lo que se ha denominado por la "interdisciplinariedad crítica" que obliga a una deliberación colectiva de problemas públicos y a la presencia de las memorias reprimidas y silenciadas en el análisis de las experiencias de carácter sociohistórico. Esta perspectiva crítica, conlleva a repensar, redescubrir, reconceptualizar las razones de marcos teóricos, conceptuales y metodológicos, recuperando las voces de quienes han sido excluidos del modelo de desarrollo dominante.
Un nuevo paradigma que permita abordar el desarrollo humano desde la transdisciplinariedad y el diálogo de saberes, emerge desde el pensamiento complejo (Morin, 1995).  No es posible estudiar el desarrollo humano desde parcelas fragmentadas. La sociedad, la economía, la cultura, la política, todas son dimensiones mutables e impredecibles. En realidad, todo proceso de desarrollo lleva en si la marca de lo imprevisible. Los procesos que ocurren en un territorio, particularmente cuando este es intervenido por el hombre que busca desarrollarlos, son interactivos y presentan elementos de indeterminación que se traducen en incertidumbre. Ello nos invita a repensar la salud, la educación y el desarrollo social, desde un pensamiento no lineal, reflexivo, abierto, creativo y solidario. Debemos aprender a relacionar y desaprender a fragmentar, provocando la rearticulación de los conocimientos, desde el diálogo permanente.
La mayoría de las disciplinas se basan en sistemas de diagnósticos e intervención basados en sistemas lineales y los cambios se explican si controlamos las propiedades dentro de cada dimensión. El hecho es que los procesos de desarrollo de cualquier territorio son indivisibles y constituyen interrelaciones que fluyen en  dirección a posibilidades  compartidas por sus actores dentro de los equilibrios de la naturaleza. Lo que existe es una dinámica de vinculaciones que se retroalimentan constantemente. Desde esta perspectiva debemos comprender la totalidad de la experiencia psicosocial como una construcción de dimensiones interrelacionadas e inseparables.
Frente a este escenario de crisis, la propuesta es la generación de conocimiento transdisciplinario. La visión del desarrollo humano desde el pensamiento complejo, sin duda alguna, constituye un marco articulador de conocimientos y voluntades.
El desafío que nos colocan los nuevos contextos consiste en posibilitar la emergencia de un nuevo imaginario epistemológico que nutra la germinación de nuevos conceptos, provechosos para diseñar metodologías para un auténtico desarrollo sostenible, solidario, incluyente. Se requiere esencialmente un cambio de conciencia en numerosas comunidades y personas, lo suficiente para crear resonancias con capacidad de renovar a toda la sociedad.
Es así como nuevos discursos deben emerger desde la sociedad, no tanto desde el poder, sino desde los actores sociales. La observación de los sistemas complejos nos ha enseñado que  las conexiones y los contactos entre actores, aumentan la inteligencia colectiva. La teoría de la complejidad nos enseña que lo complejo conduce a la emergencia de efectos simples.

Movimientos Globales por el Desarrollo Sostenible
Al comprender a la Ecopsicología como un campo de estudio transdisciplinario que incorpora el diálogo de los saberes ancestrales con los avances científicos para contribuir al imperativo del desarrollo sostenible, me parece interesante poder considerar algunos movimientos sociales que promueven el cambio hacia una conciencia ecológica, estos movimientos emergen como importantes ámbitos de investigación acción de procesos de cambio social y personal que se experimentan en el seno de la acción colectiva y educativa de los  movimientos globales por el desarrollo sostenible como es el caso del Movimiento Global de Ecoaldeas, el Movimiento de Permacultura y el Movimiento de Transición hacia una sociedad sostenible (Pereira, 2011). 

Movimiento de Ecoaldeas
El Movimiento Global de Ecoaldeas surge a partir de la conferencia anual realizada en la comunidad de Findhorn, en el norte de Escocia, en octubre del año 1995. Se constituye en el reconocimiento de numerosos grupos y comunidades intencionadas distribuidos por todo el planeta, abarcan una gran variedad de organizaciones y contextos, el objetivo del movimiento es crear asentamientos humanos sostenibles y sus distintas comunidades se organizan y agrupan en su mayoría, en la red global de ecoaldeas (Jackson, 2007).  
Se definen las ecoaldeas como “… asentamientos a escala humana, rurales o urbanos, que se esfuerzan por crear modelos de vida sostenible. Pueden ser nuevos asentamientos o restaurados, pueblos existentes, y se les puede encontrar en sociedades industriales o post-industriales en el Norte, y en países en desarrollo en el Sur. Son ejemplos de un modelo de desarrollo que combina una alta calidad de vida, la conservación de recursos naturales, y que promueve formas de actuar integradoras en el entorno humano, la ecología, la educación, toma de decisiones participativa, tecnologías verdes y negocios.” (Global Ecovillage Network). Para conseguir el objetivo de crear asentamientos humanos sostenibles, algunas personas, procedentes de comunidades existentes, pensaron que era necesario poner en marcha comunidades piloto, que pudieran servir de modelo a otras que vendrían después, y que se precisaba además una red de intercambio de información entre estas comunidades y el resto. Así fue como nació, en 1994, la Red Global de Ecoaldeas (GEN: global ecovillages network). A partir de una iniciativa de la Asociación danesa de comunidades sostenibles se decidió crear la Red sobre un grupo inicial formado por las siguientes comunidades: Findhorn (Escocia), The Farm (Tennesee, USA), Lebensgarten (Alemania), Crystal Waters (Australia), Ecoville, St.Petersburg (Rusia), Gyûrûfu (Hungría), Proyecto Ladakh (India), Manitou Institute (Colorado, USA) y la Asociación de Ecoaldeas Danesas. Se decidió establecer tres redes regionales que cubran el planeta, con sus centros administrativos en The Farm, Lebensgarten, Crystal Water.
Aunque aún se encuentra en su período embrionario, el movimiento de ecoaldeas es un fenómeno global que obedece a causas globales (Jackson, 2004). Se puede entender como una parte del movimiento antiglobalización, pero mientras la parte más visible de este movimiento se basa en grupos y organizaciones  que protestan contra las corporaciones del modelo económico dominante, su acción colectiva y sus repertorios de movilización se centran en la protesta en las calles y boicoteos al sistema de consumo, las organizaciones y miembros del movimiento global de ecoaldeas plantean una aproximación diferente. Ellos se encuentran construyendo pequeñas comunidades autosustentables  que con sus limitados recursos  se han ido consolidando lentamente. Los participantes ven las ecoaldeas como un modelo en el cual podríamos, eventualmente, vivir todos los seres humanos, si se consideran seriamente las amenazas que para nuestro ambiente y estructuras  sociales  significa  la globalización corporativa y el dominio de las grandes compañías multinacionales que solo han promovido un modelo de desarrollo centrado en el mercado, el consumo y la explotación irracional de la naturaleza.
En las bases del movimiento también encontramos las comunidades intencionales de los años 70, herederas del movimiento hippie,  a estas les han sucedido las aldeas o pueblos ecológicos actuales, donde predominan las casas familiares o individuales y los espacios comunes (co-housing) donde reunirse, compartir tareas y celebrar la vida. El marco de acción de los habitantes de las aldeas ecológicas se basa en la agricultura y ganaderías ecológicas, bioconstrucción, utilización de energías renovables, reducción del gasto energético, consumo consciente y responsable, reciclaje, economía solidaria, y la intención de que el beneficio no sea individual sino colectivo y para el medioambiente.
La mayoría de las organizaciones del movimiento apelan a la búsqueda de la calidad de vida como eje orientador de su decisión de participar en un proyecto de ecoaldea, a querer vivir mejor personal, social, consciente y sosteniblemente. Para que el grupo se consolide, es necesario compartir experiencias, establecer métodos de decisión colectiva, forjar expectativas comunes, llegar a tácticas, estrategias y acuerdos, idear métodos de resolución de conflictos, mantener relaciones con el exterior y mejor si existe un medio de comunicación que informe de lo que sucede.
En la actualidad el movimiento global de ecoaldeas responde al deseo de un creciente número de personas de vivir de una manera gratificante en el plano social, espiritual, y económico. Plantea la creación de modelos de vida y organización comunitaria para un futuro sostenible. La opción de búsqueda de un modelo social alternativo es planteada por muchos de los representantes y organizaciones del movimiento, como  una manera de evitar la catástrofe social y el colapso medioambiental. Las ecoaldeas están estableciendo los fundamentos para una nueva cultura que podría abrazar la sociedad, tanto por la necesidad de hacer frente a la crisis medioambiental,  como también para ofrecer mejores condiciones de vida satisfactorias que el modelo occidental dominante (Jackson, 2004).
En la actualidad son muchas las iniciativas en desarrollo en todo el planeta. En Europa existen 20 redes nacionales, en Norte y Sur de América existen 9 redes bioregionales, en África existe una gran red regional mientras que en Asia se están organizando en la medida que crece el movimiento.
No existe un conocimiento exacto ni tampoco un acuerdo sobre cuantas ecoaldeas existen, ya que muchas aún no están conectadas a la red, pero se estima que el número de comunidades intencionales, incluyendo los proyectos de cohousing, serían alrededor de 4.000 a 5.000 iniciativas, dependiendo de su definición. Aunque Albert Bates, miembro del equipo de GEN internacional, estima que existen más de 15.000 proyectos (de acuerdo a la definición de ecoaldeas). En estos se incluyen cientos de pueblos tradicionales del sur, por ejemplo, el componente más grande de la red es el movimiento de Sri Lanka Sarvodaya, constituido por alrededor de 12.000 pueblos tradicionales (Jackson, 2004).       

Movimiento de Permacultura
La permacultura, fusión de los vocablos “cultura permanente”, fue desarrollad en los años 70 por los australianos Bill Mollison y David Holmgren,  en aquella oportunidad fue planteada como una respuesta a los problemas de contaminación del suelo, del agua y del aire, consecuencia de los sistemas agrícolas e industriales existentes. Sin embargo, su enfoque, en sistemas agrícolas, fue ampliado debido a que la sostenibilidaden términos de comida no puede suceder en aislamiento del espectro de otros elementos que forman la sociedad  como la  economía, construcción, energía, etc. Desde sus inicios se ha definido como una respuesta positiva a la crisis ambiental y social que estamos viviendo.
Los pioneros de la Permacultura fueron recogiendo antiguos saberes y prácticas mezclándolas con el conocimiento moderno de las plantas, los animales y los sistemas sociales. La base de la permacultura es la observación de los ecosistemas naturales, junto con la sabiduría ancestral de los pueblos primitivos y el conocimiento científico. Aunque se basa en  modelos ecológicos, la permacultura crea una ecología cultivada, que se diseña para producir más alimentos que los que encontramos en la naturaleza.
Podemos entender la permacultura como un modelo de diseño de asentamientos humanos sustentables, así como también una filosofía práctica o forma de pensamiento que aspira a la co-creación de una cultura permanentemente sostenible. Permacultura es un término genérico para la aplicación de éticas y principios de diseño en planeación, desarrollo, mantenimiento, organización y la preservación de hábitat apto de sostener la vida en el futuro. También se entiende como red y movimiento internacional de practicantes, diseñadores y organizaciones, quienes en su gran mayoría se han desarrollado y sostenido sin apoyo substancial de corporaciones, instituciones o gobiernos.
La Permacultura enseña como observar la dinámica de los ecosistemas naturales para diseñar sistemas productivos que respondan a las necesidades humanas sin degradar a nuestro entorno natural. Tiene como objetivo práctico integrar en un diseño diversos elementos como plantas, animales, paisajes, construcciones, tecnologías y relaciones sociales para lograr la estabilidad y resistencia de los sistemas naturales y un mayor potencial para la sustentabilidad económica a largo plazo. Los ejes centrales de la permacultura son la producción de alimentos, abastecimiento de energía, el diseño del paisaje y la organización de (Infra) estructuras sociales. También integra energías renovables y la implementación de ciclos de materiales en el sentido de un uso sostenible de los recursos a nivel ecológico, económico y social.
El marco cultural de la permacultura está constituido por éticas y principios.
La Ética, que consiste de tres principios fundamentales: cuidar la tierra, cuidar a las personas y Compartir de una forma justa los excedentes y capacidades
Cuidado de la tierra: Este componente ecológico tiene como objetivo el uso y manejo responsable de los recursos. Para poder hacer sostenible un diseño permacultural, se tienen que integrar con una perspectiva a largo plazo los ciclos de materiales y los flujos energéticos, para apoyar los sistemas fundamentales que sostienen la vida. "En su sentido más profundo, el Cuidado de la Tierra puede verse como el cuidado del suelo vivo como fuente de la vida terrestre y de la cual tenemos la mayor responsabilidad."
Cuidado de la Gente: Este componente social toma en cuenta los derechos de toda la gente y de los pueblos a decidir sobre su vida. Aquí se hace evidente el problema de libertad y responsabilidad. Para garantizar el derecho de diseñar libremente el uso de los recursos básicos, es necesario llegar a un equilibrio entre las necesidades individuales y comunes. Esto da vida a la demanda ética de la justicia social: Todos los seres humanos deben tener el mismo derecho y acceso a los recursos y conocimientos.
Compartir de una forma justa los excedentes y capacidades: Al asegurarnos que todos los productos y excedentes están dirigidos hacia los objetivos anteriores, podemos empezar a construir una cultura verdaderamente sostenible y permanente. Este componente económico también integra la limitada tolerancia y capacidad regenerativa de nuestro planeta tierra. Como enunciado se puede añadir, en estos tiempos más que nunca: ¡Establecer límites a consumo y reproducción! No debemos que olvidar, que también se trata de compartir con las generaciones que vienen, algo de la riqueza y de los recursos que el planeta nos está regalando en el presente.
Algunos de los principios de actitud sobre los que se basa la filosofía de la Permacultura son los siguientes:
  • Necesitamos desarrollar un pensamiento integral y holístico, para tomar en cuenta todos los aspectos de un sistema, no nada más una parte.
  • El diseño ecológico e integrado implica el uso intensivo de la información e investigación, en vez de apuntar hacia el uso intensivo de capital y energía. Es la calidad del pensamiento y de la información lo que determina el rendimiento, no el tamaño o la calidad del sitio.
  • La ecología incluye a la humanidad.
  • Trabajar con la naturaleza, y no en contra de ella.
  • Dejar en mejores condiciones todo lo que tocamos
  • Convertir problemas en oportunidades. Y los deshechos en recursos, como en el reciclaje.
  • Todas las situaciones necesitan tratamientos diferentes.
  • La naturaleza requiere una recompensa por cada regalo.
  • Saber cuándo se tiene sufiente.
  • Cooperación en vez de competencia.
  • Todo funciona en ambas direcciones...cada ventaja tiene una desventaja, cada problema puede ser un recurso.
  • Mejor observar, pensar e investigar que trabajar sin necesidad.
  • Mínimo cambio para el máximo efecto
  • El rendimiento de un sistema es teóricamente ilimitado
  • Todo afecta a todo
Los Principios de diseño
En su libro “Permaculture – Principles and pathways beyond sustanabiliy“, publicado en 2002, David Holmgren ofrece una evolución conceptual de permacultura, actualizada y adaptada a los desafíos del nuevo milenio. Propone permacultura como instrumento para una transición productiva de una sociedad industrial de alto consumo energético hacia una cultura sostenible, para desarrollar una visión de adaptación creativa para un mundo, donde los recursos naturales y la energía serán cada vez más escasas. A cada uno de estos doce principios de diseño dedica un capítulo entero:

1. Observar e interactuar: Observación cuidadosa de los procesos sistémicos e interacción consciente con los elementos del sistema. Descubrir „puntos de palanca“, para lograr el máximo efecto con mínima interferencia.
2. Captar y almacenar energía: Redescubrimiento e uso adecuado de los almacenes de energía, las cuales en todas las culturas preindustriales fueron patrimonios naturales esenciales para sobrevivencia: Agua, suelos, semillas y árboles. Una prioridad es la progresiva autonomía local y bioregional, para independizarse cada vez más de los sistemas globalizados de alto consumo energético
3. Obtener un rendimiento: Si bien es importante la reconstrucción de capital natural para el futuro, tenemos que satisfacer también nuestras necesidades inmediatas. Rendimiento, beneficio o ingresos funcionan como recompensa que anima mantenimiento y/o replicación del sistema que los generó (retroalimentación positiva).
4. Aplicar autoregulación y aceptar retroalimentación: Descubrir y utilizar procesos de autoregulación en los sistemas. Integrar el desarrollo de culturas y comportamientos sensibles a las señales de la naturaleza para prevenir la sobreexplotación (retroalimentación negativa).
5. Usar y valorar los recursos y servicios renovables: Uso cauteloso pero productivo de recursos renovables (sol, viento, agua, biomasa). Reducir el empleo de recursos no-renovables.
6. No producir desperdicios: Emplear “cascada” para evitar los desechos: Rechazar, reducir, reutilizar, reparar, reciclar.
7. Diseñar desde patrones hacia los detalles: Diseño exitoso necesita un entendimiento de los patrones “superiores” de la naturaleza. Los detalles planeados y deseados de un proyecto de permacultura toman en cuenta estos patrones y se desarrollan conforme a ellos.
8. Integrar más que segregar: Las relaciones entre los elementos son tan importantes como los elementos en sí mismos. Ubicarlos de modo que cada uno sirva las necesidades y acepte los productos de otros elementos. Co-operación de múltiples elementos en vez de eliminación de algunos y competencia entre ellos.
9. Utilizar soluciones lentas y pequeñas: Estrategias pequeñas y lentas mantienen los sistemas a escala humana y son más productivos a largo plazo que los proyectos grandes que necesitan de mucho tiempo, energía, y recursos.
10. Usar y valorar la diversidad: Uso, conservación y ampliación de la diversidad de elementos en los sistemas. Esto asegura su estabilidad y resiliencia, y hace posible su auto-organización a largo plazo.
11. Usar los bordes y valorar lo marginal: Descubrir la riqueza de los bordes/ límites entre los sistemas y usarlos productivamente.
12. Usar y responder creativamente al cambio: Uso creativo de los ciclos, pulsos y procesos de sucesión naturales, para poder reaccionar a los desafíos del futuro adecuadamente.

Actualmente estos principios se aplican en otros ámbitos relacionados con los recursos físicos y energéticos, así como a la organización social (a menudo llamados estructuras invisibles en la enseñanza de permacultura). Acción permacultural se ha expresado durante los últimos 30 años en estos siete áreas o “dominios“:
  • Manejo de la tierra y la naturaleza: Por ejemplo mediante agricultura orgánica y hortalizas familiares, agroforestería, bosque-huertos, conservación, regeneración y manejo sostenible de los espacios silvestres o la conservación de la biodiversidad cultivada mediante bancos de semillas criollas y polinizadas abiertamente.
  • Ambientes construidos: Por ejemplo a través de diseño bioclimático de construcciones, uso de materiales locales y naturales, el empleo técnicas de eco-construcción (adobe, cob, pacas de paja, paja-arcilla...), y el empleo de técnicas que faciliten la autoconstrucción.
  • Herramientas y tecnología: Sanitarios secos y composteros, biodigestores, biofiltros, cisternas, captación de aguas pluviales, energías renovables como la solar, eólica o mico-hidroeléctrica, así como una gran variedad de “ecotécnias“ y tecnologías apropiadas.
  • Educación y cultura: Por ejemplo a través de educación ambiental, hortalizas escolares y comunitarias, artes participativas, así como la fomentación de la educación para la paz, el espíritu de arraigo o la investigación activa.
  • Bienestar físico y espiritual: Medicinas alternativas y complementarias, la práctica de yoga u otras disciplinas de cuerpo/ mente/ espíritu, nacimiento y muerte en circunstancias dignas ...
  • Economía y finanzas: mediante la relocalización de las actividades económicas y comerciales, inversiones éticas, sistemas justos y bioregionales de ahorro y préstamo, mercados de trueque o voluntariado
  • Tenencia de la tierra y gobierno comunitario: Cooperativas de producción y consumo, ecoaldeas y comunidades intencionales, procesos participativos de toma de decisiones y resolución de conflictos...
Estos ámbitos claves que requieren integración y transformación para crear una cultura sostenible, se pueden ubicar en la Flor de la Permacultura. “El sendero evolucionario en espiral que comienza con los principios éticos y de diseño, sugieren el entretejido de estos ámbitos, inicialmente a nivel personal y local para proceder con los niveles colectivo y global. La naturaleza arácnida de esa espiral sugiere la naturaleza incierta y variable de ese proceso de integración."

Existe una red mundial de permacultura quienes imparten su enseñanza a partir de un certificado de diseño en permacultura  reconocido internacionalmente e impartido en varias ecoaldeas, centros demostrativos e institutos de permacultura. Existen variados Institutos que promueven y trabajan en torno al concepto de permacultura y plantean una organización en red, como el instituto Latinoamericano de Permacultura, Asociaciones permaculturales que agrupan varios proyectos como Amayuela, Academia Mundial de Permacultura (red europea y Americana) Red de Permacultura del Sudeste, Ecocentro IPEC, IPEMA, IPEP, Instituto de Permacultura de Bahía, Instituto de permacultura de México, Instituto Argentina de Permacultura, Instituto Chileno de Permacultura, entre muchas más. Estos institutos en general se constituyen como centros de aprendizaje y ofrecen asesorías y experiencias sobre prácticas y tecnologías asociadas a la permacultura. Esta se enseña en seminarios, cursos y talleres, pero el centro es el “action learning”, es decir, el aprendizaje mediante la acción. El Curso de “Certificado de Diseño de Permacultura”, basado en un currículum establecido por Bill Mollison al principio de los años ochenta, ha sido el vehículo principal, a través del cual se ha diseminado, multiplicado y evolucionado el concepto a través de las últimas décadas, y ha sido para muchos el comienzo de estudios serios de permacultura. En la enseñanza se aspira al desarrollo del “pensamiento sistémico” o “pensamiento de diseño”, incluyendo el desarrollo de habilidades de “lectura del paisaje“, implementando diseños en una variedad de contextos, manteniéndolos y refinándolos a través del tiempo. Se recomienda comenzar con el establecimiento de sistemas a pequeña escala, como casas, huertos, sistemas productivos familiares, para después aplicar los conocimientos a una escala más amplia.

Movimiento de Transición
El movimiento de pueblos o iniciativas de transición  surgió en el  Reino Unido y se ha expandido por varios países, representan un conjunto de iniciativas y proyectos colectivos que buscan movilizar a las personas y  comunidades a tomar las acciones de largo alcance que son necesarias para mitigar los efectos del Cenit del Petróleo y del Cambio Climático. Además, estos esfuerzos aumentan la capacidad de supervivencia y bienestar, en la perspectiva de los importantes cambios que vamos a vivir en los próximos años, como consecuencia de la decreciente disponibilidad de los recursos energéticos fósiles y la alteración del clima.
Están tomando e integrando un acercamiento inclusivo para reducir su huella ecológica e incrementar sus habilidades para resistir los cambios fundamentales que acompañarán al Cenit del petróleo. A diferencia del movimiento de las eco-aldeas, el “Transition Towns Movement” no pretende la creación de comunidades alternativas, sino la re-conceptualización de las ya existentes. 
El objetivo es desarrollar comunidades que no dependan en absoluto del consumo de combustibles fósiles para la generación de su energía, bienes y servicios. Se encuentran en la búsqueda de un nuevo modelo económico que nos permitiera vivir no sólo de modo sostenible, sino con más sentido común.
La Transición interior es un enfoque al interior del movimiento de transición  que busca encontrar maneras de cultivar el cuerpo, mente y espíritu mientras navegamos hacia la sostenibilidad. La Transición interior comienza con la eliminación del velo de la negación y el despertar con el estado de nuestro mundo. Se trata de mirar con los ojos abiertos a los trastornos climáticos, extinción de especies, contaminación, crecimiento explosivo de la población, sociedad de crecimiento industrial, y cómo la creencia en los efectos del crecimiento sin fin de recursos finitos de la Tierra. Se busca entender la parte que personalmente hemos jugado en la desintegración de nuestro mundo para que podamos tomar mejores decisiones y heredar una existencia  saludable y sostenible a las futuras generaciones.
El movimiento de transición hacia una cultura  sostenible comprende que estamos cambiando no sólo el "exterior" del mundo (ejemplo: huertos, sistema de agua, energías, las economías locales, etc.), sino que también estamos cambiando nuestro "interior" del mundo, por ejemplo, cambio de la forma en que definimos el éxito y el bienestar, cambiar nuestras relaciones con los demás y con otras formas de vida en el planeta, cambiar hacia una conciencia ecológica, cambiar nuestra relación con el tiempo, etc.
Proyecciones y perspectivas
Desde la Ecopsicología podemos diseñar modelos para hacer frente a los aspectos espirituales y psicológicos de la transición.
En tiempos de grandes cambios y crisis sociales, tanto desde nuestro interior, como en nuestras organizaciones, las necesidades de integración, de calidad de vida personal y social surgen con mucha fuerza. Y para responder a estas necesidades es fundamental  contar con lideres capacitados para afrontar los desafíos del desarrollo personal, social y ecológico.
Estamos frente a la emergencia de un nuevo paradigma cultural, que demanda nuevas formas de educación, organización y entendimiento de las relaciones entre los seres humanos  y  la naturaleza. Los antiguos y fragmentados sistemas disciplinarios no fueron capaces de integrar al ser humano con su entorno, la crisis social y ambiental que vivimos en la actualidad nos sitúa frente a la necesidad imperiosa de desarrollar la inteligencia colectiva y la creatividad  necesaria para hacernos cargo aquí y ahora de co-crear nuevos sistemas de vida personal y productiva, que nos permitan mejorar nuestra calidad de vida en el presente y proyectar el  buen vivir de las futuras generaciones. 
Reconocemos en las propuestas de la ecopsicología, el  paradigma integral y el pensamiento complejo, basado en  las ciencias sistémicas evolutivas, la invitación a entender al ser humano desde diferentes campos de observación/acción, que corresponden a las dimensiones cognitivas, biológicas, subjetivas, emocionales, culturales, ecológicas y espirituales, que se encuentran presentes en toda experiencia humana.  
La ecopsicología responde a la necesidad de los seres humanos de formar parte de algo, y parte del supuesto de que en lo profundo de nuestra psiquis estamos enlazados a la madre tierra. Rescata las sabidurías ancestrales  de los pueblos originarios, que tenían una relación saludable con la naturaleza y el espíritu. Busca y estudia como reconectar al ser humano con los elementos de la naturaleza, comenzando por su naturaleza esencial.  Mantiene la unión entre el ser humano y la naturaleza para que la visión del futuro se desarrolle en dirección de la unidad del alma con lo material. Sensibiliza a los seres humanos en cuanto a la necesidad de cuidar la tierra como a nosotros mismos y nuestras relaciones. 
Desde la perspectiva de la ecopsicología nos planteamos el desafío de desarrollar programas de formación, aprendizaje y experimentación de diversas herramientas para desarrollar intervenciones a nivel individual, grupal y comunitario, en el marco de un modelo Ecopsicológico de Desarrollo Humano Integral, que integra los conceptos de  inteligencia integral, sostenibilidad, autocuidado, evolución, cultura, medio ambiente y espiritualidad  como ejes orientadores en la educación para el desarrollo sostenible.  
El paradigma integral es el resultado del exhaustivo análisis realizado de las grandes culturas del mundo, partiendo desde las sabidurías ancestrales y llegando hasta los últimos descubrimientos en ciencia cognitivas. Ha logrado integrar los diversos modelos que explican el desarrollo humano en un nuevo mapa global. La visión integral sintetiza el funcionamiento de dicho mapa del potencial humano, una herramienta que permite hacer uso de todos los recursos disponibles para enfrentar distintas situaciones, ya sea en el ámbito de la salud, la educación, la empresa, las relaciones personales o la vida cotidiana en general. Se trata, en definitiva, de un enfoque integral que aprovecha los distintos conocimientos generados a lo largo de la historia y desde diferentes perspectivas.
Potenciar la inteligencia colectiva para el cambio social nos lleva a proponer un programa que permita conocer, explorar y entrenar a los estudiantes en los modelos y herramientas de cambio que presentan mejores resultados en la actualidad, en un diálogo de saberes entre las prácticas ancestrales y las más avanzadas técnicas de facilitación, provenientes del mundo de la psicoterapia, el coaching y la educación.
Por su parte, los estudios y propuestas  de la permacultura y los modelos de transición hacia comunidades sostenibles nos ofrecen la oportunidad de llevar a la práctica proyectos y acciones que permitan robustecer nuestras comunidades a través del rediseño ecosocial, fortaleciendo la resiliencia comunitaria,  para ser capaces de afrontar los entornos de crisis  y favorecer el desarrollo sostenible y la calidad de vida de todos los seres humanos.
Los fundamentos expuestos en este artículo, guían la formulación de una propuesta de  formación en el ámbito de la Ecopsicología. Se propone una comunidad de aprendizaje que   busca la formación de líderes capacitados para facilitar la transformación  personal hacia un nuevo paradigma cultural, el fortalecimiento de la conciencia ecológica, el  autocuidado, el bienestar psicosocial y la implementación de  proyectos de desarrollo humano integral.  El programa es un laboratorio de metodologías psicosociales y educativas para el desarrollo sostenible, a partir del entrenamiento y la experiencia de investigación grupal, se busca desarrollar un modelo de formación de facilitadores y educadores que manejen un conjunto de herramientas para el cambio personal y social sobre la base de un paradigma integral y ecológico.   Esta propuesta busca la  integración y reconexión de  las dimensiones de la conciencia ecológica en los ámbitos personal, grupal, global  y medio ambiental.       
Existen herramientas que pueden dar solución a la crisis civilizatoria, los aprendizajes en el ámbito de la psicología, la permacultura, la ecología social, las sabidurías ancestrales y las ciencias ambientales, que nos invitan a rediseñar nuestros territorios, paisajes interiores y exteriores, el promover el pensamiento holístico, sistémico, la observación de patrones y relaciones complejas que nos ofrecen mayor comprensión y recursos para la regeneración ecosocial.  

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